Asi lo hemos encontrado escrito en la Red y nos ha parecido que no merecía la
pena tocarlo. Nosotros disponemos de una copia de la primera edición del
libro que nos ha enviado el amigo José Bernardez Fonseca, desde Sevilla, con
la cual hemos preparado en “Huellas” una pequeña galería de imágenes que se
puede ver desde aquí.
Los protagonistas: Dulcinea (una vespa 150
nuevecita), Santiago Guillén y Antonio Veciana (estudiantes de Derecho de
apenas veinte años y muy buenos amigos). El reto: dar la vuelta al mundo en
vespa en 79 días (uno menos que Phileas Fogg -por aquello del orgullo
español- y siguiendo su misma ruta) y el año: 1962.
La idea del viaje
surge en la mente de estos dos albaceteños tras ver “La vuelta al mundo en 80
días” (entretenidísima película de 1956 protagonizada por David Niven y
Cantinflas, ganadora de cinco “oscar” y dirigida por Michael Anderson). Una
vez tomada la decisión de emular el viaje del aristócrata inglés descrito por
Julio Verne, comienza la ardua tarea de planificar el sueño, lo que les
llevaría dos años y medio. Hay que tener en cuenta los condicionantes de la
época: infraestructuras que dejaban mucho que desear, la búsqueda de mapas
de carreteras (no tenían GPS, Internet y mucho menos teléfonos
móviles) etc, etc. Un viaje de tales características bien podíamos
calificarlo de “surrealista”, y nadie mejor que Dalí para apadrinar
semejante hazaña. Así que, un par de semanas antes de partir, Santiago y
Antonio conciertan una cita con el pintor para entrevistarse en la
residencia de Dalí en Cadaqués, quien accede de muy buen grado a personalizar
a Dulcinea. El viaje desde Madrid a Cadaqués les serviría
de entrenamiento. Una vez en Cadaqués, son recibidos por Gala quien
les conduce hasta Dalí que pinta sobre los cófanos de la moto su nombre
y el de su inseparable esposa bajo la atenta mirada de un gran
oso disecado.
La ruta comenzaría partiendo desde Madrid hacia la
frontera francesa camino de Italia hasta embarcar Brindisi, rumbo a Atenas.
Desde la capital helénica a Estambul para dirigirse a Irán,
fganistán, Pakistán y la India. Desde Calcuta -haciendo escala en Hong Kong
y Honolulu- a San Francisco, en Estados Unidos, el viaje se realizaría en
avión, por lo que tuvieron que realizar umerosas gestiones con varias
compañías aéreas. Partiendo de San Francisco atravesarían Estados Unidos a
lomos de Dulcinea hasta Nueva York, desde donde atravesarían el Atlántico
hasta Londres nuevamente en avión. Desde Londres hasta Dover para tomar el
“ferry-boat” con destino a la ciudad
francesa de Boulogne. Y, por último,
desde Boulogne a París, donde comenzaría el “descenso” hasta Madrid, pasando
por Irún, San Sebastián y Burgos.
Dadas las características sociales y
políticas de la época en España (dictadura del General Franco), no es de
extrañar que nuestros intrépidos aventureros no sólo pertenecieran a
asociaciones propias
del franquismo sino que, además, éstas mismas
asociaciones les apoyaran e impulsaran a realizar este “quijotesco viaje”,
como ellos mismos lo denominan en el libro “En 79 días. Vuelta al mundo en
vespa” (reeditado en 2005 por la editorial Dossat y que me ha servido
de imprescindible fuente de documentación para esta entrada). De tal forma
que cuentan con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores, de la
Delegación Nacional de Juventudes y la de Educación Física y Deportes, el
Ayuntamiento de Madrid (cuyo alcalde, el conde de Mayalde, les entrega cartas
de presentación para cada alcalde de todas las capitales de las naciones que
visitarían) e, incluso, del ejército estadounidense que les facilitaría el
transporte aéreo, aunque no pudo materializarse por la crisis de los misiles
cubanos. Solo dos compañías aéreas podían realizar los viajes que
necesitaban,
finalmente se realizaron con B.O.A.C.
Tampoco es de
extrañar, que el viaje se bautizara como “Operación El Cano”. Es muy curioso
leer el prólogo a la edición de 1964, firmado por Miguel Primo de
Rivera.
También contaban con la ayuda de Piaggio. Tuvieron la suerte
de contactar y recabar el apoyo de Paola Piaggio -esposa de Enrico Piaggio
uno de los “padres” de la vespa junto al ingeniero Corradino
D´Ascanio- quien
les pone en contacto con la dirección de la empresa en España. Además de
entregarles una vespa 150 nueva (Dulcinea), la empresa se comprometió a
facilitarles recambios, cartas de presentación para sus delegaciones y
Vespa-clubs. Un mes de formación en los talleres mecánicos de Piaggio en
Madrid completan con “un plan total contra las averías” las preparaciones
previas al viaje. Parten el 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol
(Patrón de España), desde la Delegación Nacional de Juventudes de Madrid, con
un voluminoso equipaje donde se mezclan ropa, planos de
carreteras, recambios, cámara de fotos y gasolina de reserva con navajas
de Albacete y 300 banderines de España. La idea es regresar el 12
de octubre, festividad de la Virgen del Pilar y día de la
Hispanidad, completando los 79 días programados.
Las “miles” de
peripecias y anécdotas que les ocurrie on quedan magníficamente reflejadas en
el libro del viaje que antes os comenté. Como sería una entrada interminable
si las transcribiera, es mejor que las leáis “de primera mano”. Además de
algunas fotos del viaje, que
ilustran la entrada, unas de las cosas que más
me ha gustado del libroes la gran humanidad de sus protagonistas que bien
puede reflejarse en esta frase: ” Descubrimos que hay un denominador común en
todo el mundo: la sonrisa y la mirada, que en los doce países nos
parecieron igual”. No hay nada mejor para destruir los tópicos y las
ideas preconcebidas que conocer otros países, otras culturas y,
porsupuesto, el contacto con otras personas. Actualmente solo vive
Antonio Veciana (con gafas en las fotografías), quien recuerda con mucho
cariño a Santiago Guillén, quien falleció en 1972. Respecto a Dulcinea, que
adoptó ese nombre por el origen manchego de los dos estudiantes, una vez
finalizado el viaje fue vendida a Piaggio por 100.000 pesetas, dinero que
Santiago y Antonio
donaron a la Delegación Nacional de Juventudes para
financiar unconcurso de aventuras destinado al público juvenil y que se
convocó en las páginas del diario “Pueblo”. Piaggio conserva a Dulcinea
en
perfecto estado en su museo de Pontedera (en la carretera que une
a Florencia con Pisa), y que podéis visitar en el siguiente enlace:http://www.museopiaggio.it/ (dentro de
“Collezione Vespa”, buscad
“Vespa Dalí, 1962″).
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